lunes, 14 de febrero de 2011

San Valetín

Parecía ser soldado, o quizás un revoltoso. Contento, barbado.
Sacerdote bonachón y justo, como el panteón colectivo lo requiere, y cuyo mito es más latente que la muerte carnicera de otros santos, menos afortunados.
Algúnos dirán que el milagro único del Santo Enamorado lo hizo para las carteras de las trasnacionales, o los monopolios del país, y posiblemente, tendrán razón. No son aguafiestas, fatalistas ni monstruosos. Tampoco son estúpidos los que caen en las garras del consumismo.
Valentín ahora mismo en las Vegas casa a una pareja de ebrios, que se arrepentirá en unas horas. Valetín también está golpeando a su mujer, o engañándole con otra. Valentín, que no tiene alas, como cupido, vuela, y su aleteo es tan frágil como el suspiro enamorado que le convocó.
Valentín tendrá muchas formas, lejanas al monje complaciente, revolucionario, comprometido y amante. Pero vive, de una u otra manera. Y el día es un buen pretexto para recordarle

No hay comentarios:

Publicar un comentario