miércoles, 2 de febrero de 2011

La Ciudad Extravagante

La voz del asfalto, canta y ríe. Su risa es como la del payaso enfermo, y eso me anima. Pienso que es patéticamente oscura, o brillante, dependiendo de la hora del día y la fortuna del vidente. Todo esto es un lienzo, como lienzo lo es todo, y los pintores verán en los transeúntes mil modelos inservibles. ¿A que cerrar los ojos es más entretenido? O abrirlos de más. La Ciudad Extravagante es un NO-rincón, porque sus límites no existen, no hay sujeto, no hay destino, no hay final. Será eterna, y crecerá siempre. Sin embargo, es nuestro, acogedor y nuestro.
Pangea de sentidos, de ambientes, espacios, sonidos, que son tan reales como nosotros mismos, bullendo, dentro sentando bases que cambia, tambaleando nuestra frenética estructura.Menos que un carnaval, pero más que un sanatorio. No es un rincón, pero es nuestro.
Bienvenidos sean a la Ciudad Extravagante.

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