martes, 29 de marzo de 2011

Luz

Para un amigo, hermano, sin mentira. Ojalá lo leas we. No sé que decir, pero seguramente lo sabré, llegado el momento. Te quiero.

Pensé que las sombras son las devoradoras insaciables. Que el universo entero se tiñe de su sangre azabache, misma negritud que la noche nos regala con descarada belleza. Que todo ser vivo la emana, detrás, como estela maldita, y que la única manera de escapar de ella era unirla a otra sombra, mayor, cubriendo nuestro cuerpo entero.
Que la sombra hace de su reino todo. Que la sombra es discreta, y que se apoderará de todo rastro de bondad y de belleza con su paso lento e implacable. Que la sombra es amiga del tiempo, y en el mundo, esta sustancia invisible, es lo único que existe y no existe a la vez.
La sombra nos invade, incontenible, y dentro de cada ser humano, también busca cubrir de vacio lo completamente bello.
Sin embargo, hubo una vez que esperé encontrar a la sombra sobre alguien, entera, en su completa expresión. En su soledad absoluta, un cuerpo que pasó de la dinámica a la estática. Exhalar sombra, inhalar sombra, hecho uno con la nada.
Ví que, de repente, no había gran oscuridad en su orografía botánica. Que en su piel había surcos, pero que de ellos emanaba, no sombras. Un brillo pálido, alabastrino, mágico, eterno. Este sí, perenne, hecho de la materia misma de la vida y las cosas.
Que la sombra cedió, cuando había ruido, belleza, inquietud y vida. Que la sombra no era nada.
Unicamente existe porque la luz la egendra. Que la luz es, más allá de la sombra. Que la sombra, inclusive, sería una extención de la luz, y no su contraria. Comprendí que no hay sombra. Sólamente luz, que no brilla en este punto, sino en otro, más luminoso e infinito, que jamás comprenderemos hasta encendernos del mismo modo.
Ahora, amigo mío, te invito a ser la luz más intensa. Báñante con el recuerdo, haz de él la amplitud de tus alas, y el batir en tu vuelo. Hazlo por la Luz, y no por su sombra.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ello's Wonderful Store

El local es grandísimo, y sus luces parecen salidas del más epiléptico anime japonés. Hay grandes altavoces, que rara vez dicen algo, pero su imponente altura hace creer en la eficiencia durante desastres y tragedias. Sus puertas son transparentes, plásticas y automáticas, tan modernas como requieren las trasnacionales capitalistas, y reza en el centro de ambas, el logotipo que se divide en dos al abrirse: Ello's Wonderful Store.
Los compradores son sorprendentemente abundantes para tan ambiguo nombre de la tienda, pero al conocerle mejor, sabemos lo contundente y cierto de la Tienda Maravillosa.
Pasillo 1: Edípicas y Eléktricas. Enormes pechos, barbas y canciones de cuna. La mayor parte de compradores pasan por dos o tres fantasías para lo largo de la semana. Precios económicos y caras sonrientes.
Pasillo 2: Bisexuales, Transexuales y Grupales: Diversión para primerizos. Compradores nerviosos, o descaradamente compulsivos. Platillos para compartir.
Pasillo 3: Digestivos y Estomacales. Todo para dejar un buen sabor de boca.
Pasillo 4: Mascotas. Saldrá ladrando de gusto. Todo para nuestros peludos amiguitos, o amiguitos de lo peludo...

Hay compradores que buscan productos más terribles que las que ofrecen en Ello's. La Ciudad Extravagante no permite estas mercancías. Ni las permitirán nunca

lunes, 21 de marzo de 2011

Corriendo

Hoyendíalagentenosetomaeltiempodeesperaraquelavidalesdésorpresasinesperadas.Siempredeseantenerlotodoplaneadoyensulugar,sereno,sencilloyenvasado.Hastaelvolátilinfanteparecieraestaresperandosólamenteunmomentoparaprobarsucapacidaddesorprenderalhumano.Fracasa,puestoquelagentehoyendíanosedaeltiempodedisfrutardelasorpresa. Amén

domingo, 20 de marzo de 2011

El escritor ciego

Se escucha en la oscuridad el rasgueo de una pluma. O un tecleo. O cualquier otro síntoma de deseo gramático. Su figura, enjuta, seca, imponente, como estatua de antaño, reposa sentada sobre un banquito. En rededor suyo, todo son sombras y silencio. Sus ojos, muertos, son el manto azabache que inunda su realidad entera.
Se escucha en la  oscuridad el suspiro de un soñador. O de angustia interna. O cualquier otro síntoma de presencia existencial. Su alma es un torrente, infatigable, eterno, como el Río de Fuego, y su luz pareciera tan desafiante como la oscuridad que la vista le ha otorgado como guía.
El escritor piensa, y su pensamiento es el paisaje, el sol y la vida que requiere. Sus fantasmas son solitarios, invisibles y rosados, plagados todos de la fuerza sobrehumana del anhelo, de la esperanza, y por sobre todo, de la victoria.
Su caligrafía está hecha por la necesidad de la lucha. Ha recurrido a pensar en el ocaso y en crearlo. No lo es posible copiar la imagen, así que ha hecho del papel un ventanal interminable.
Ahora mismo, escribe su epitafio. Ha perdido la noción del tiempo y del espacio, y no se percata de la frescura de su rostro. Siempre creyó que lo suyo era suyo, sólamente, y que la soledad era la cuna de su saber. Al poner punto final, inhala. Una cascada de aplausos vitoréa su trabajo. Comprende, entonces, que a pesar de ser un escritor por amor, inflamó a otros corazónes. El Escritor Ciego, entonces, recuperó la vista.

jueves, 17 de marzo de 2011

Sobre el Infierno II

Se levantó el segundo, como de repente invadido por un espíritu en venganza. Sus ojos rojos, inyectados de sangre, transformaron su figura, primeramente escuálida, en una especie de fantasma, gigantesco, que en su pequeño tamaño, invadía el recinto. Susurraba, más que hablar, y su boca era un hocico baboso, trémulo y repugnante. Sorprendió a los presentes, pues segundos antes estaba en su lugar, con la mirada triste.
"El Infierno es una cosa bien lejana, terrible, cuyas garras inmensas llegan hasta nosotros. Pero es su voluntad la que nos atrae, nos atrae a sus centros, abisales, terribles, infinitos. Infinitos, sí, como infinito en el infinito."
Balbuceaba, más que hablar, y su llanto y risa se mezclaban de manera armónica. Era una bestia, herida quizás, o completa.
"El Infierno me llevó a la sima, engullóme con sus dientes, bien dentro de mi cráneo. Grité porno explicarme que nos pasaba. La cabeza se sumía en la oscuridad entera y en terribles visiones. Creí que lo disfrutaba, cuando mis ojos, ciegos y mi boca muda empezaron a pedirle al Infierno que terminara. Mis gritos alimentaron su hambre. Devoró con más ahínco, como nunca devoró el Infierno, como nunca devoraría. Lo sé, porque mi cabeza, entre sus fauces, lo sabía"
El hombre abrió tambien la boca, masticando mortalmente algún rastro inmaterial. Pareció de pronto como su Infierno. Suplicó por alimento, que engulló apenas servido. Absortos, seguían todos sus movimientos torpes y apremiantes. Terminó de comer, y le sangraba la boca.
"El Infierno es frío, sus llamas terminaron de arder hace algunos ayeres. El tiempo consume día a día los trastros de vida que le quedan. Vive para comer, y las almas son su alimento."

jueves, 10 de marzo de 2011

Sobre el Infierno I

El primero en pasar al frente fué un hombre moreno. Su piel estaba curtida, dura, y pareció más un vivo que un muerto. Por el momento. La boca, seca, entreabierta, claramente hambrienta y sedienta, quizás con un ánimo inmenso de hablar. Parece ser la imagen viva de la futura tragedia, como la fotografía de un infante con cerillos en una mano y gasolina en la otra.
Ojos de chacal, mirando fijos, asesinos, sin temor. Nada hay de bueno, ni de sagrado, en la vista mortal del primer viajante. Como demonio mismo, como despojo de una realidad que antes fue vida, el viajante estiró sus brazos, largos, ´mecánicos. Las manos terminaban es simiescos remedos, poderosos y enérgicos, que tronaban sus dedos en un crujir semejante al de un engranaje muy oxidado.
-Padre mío, yo viajé al infierno, cuando el sol habíase ocultado tras las montañas de occidente. Los fuegos se comenzaron a prender, uno tras otro, y mis pasos jamás llegaron tan cerca, puesto que las sombras fueron quienes buscaron mi solitaria figura, y no yo, que pretendía hallar saber entre sus labios.
Esperé estático, de pié, y ni el frío ni el ruido movieron mis pasos. Los demonios parecieron familiares, cuando escuché su arrastrar fatal en rededor mío. Supuse que me harían daño, si lo permitiere, pero ellos conocían mi disposición a la batalla. Así que se dedicaron a escudriñar mi extraña prescencia, que, pese a esto, era demasiado mimetizada con el derredor, cada vez más misterioso, profundo, terrible...
Los demonios fueron sometidos. El sudor, el narcótico y la muerte fué el santo y seña. Así, en su compañía, recorrí los más profundos abismos del averno. Como unica armadura, mi confianza. Y los ojos, como espada.
Los demonios me mostraron sus moradas. Ciudades perdidas, olvidadas, que a la luz del día fueron ruinas y siluetas Flotaba en el aire el marchito olor de la podredumbre, y el viento se empeñaba en su más gélida faceta. Los lamentos se mezclaban con las risas, y alguna que otra monótona melodía, si así se le llamase a la música que sonaba discreta, por entre la desolada escena.
Escuché que se jactaban de la muerte, que habíase hecha una con mis secuaces. Yo mismo les conté de mis hazañas, extrañamente libre, vago y enfermo. Recordé las imágenes de decapitados y muertos, y el infierno tuvo de pronto nombre, fecha y encabezado.
Hablaron de sus actos carnales, obligados y funestos, y de los bastardos y egendros podridos que saldrían de su simiente. Me dolió, y al intentar salir del poblado sin nombre, uno de ellos intentó despojarme de alguna cosa. Solo tenía mis ojos y mi confianza. Ambos desaparecieron con su mordida  punzocortante. Ahora estoy aquí, Padre, y te he relatado lo que mis ojos vieron, y que el antiguo Dante nunca vió, ni con su guía, ni con su pluma.-

miércoles, 9 de marzo de 2011

Sobre la Mujer (O tributo a la Mujer)

Es la piel el continente nuevo, inhóspito, oscuro, donde nada es nuevo, ni nada es bueno. O lo es todo, que no es alejarse de la verdad, y mucho menos del mito.
Es la piel el territorio del hombre, porque el hombre quiso, porque el hombre lo supuso y lo asumió como suyo. No quiere problemas, y no los querrá nunca, a pesar de su ancho tórax, sus brazos fuertes y eréctil órgano reproductor. Pareciera que toda su fortaleza masculina se desvanecerá con un soplar de cuello. Cosa que es cierta, en grande medida. y que bendita sea tal verdad.
Es el hombre el que intentará conquistar la piel, a pesar de que se me llame machista, porque así lo quiso la ley natural, milenios antes de los derechos humanos, y que seguirá allí para muchísimas especies. Este juego del cortejo es anciano, y cambia según las modas y variedades, pero al final, la piel es la piel, y son los mismos el hombre y la mujer.
Es el hombre quien se sentirá dueño, dueño del mundo y de todo, y más de la piel, cuando no se percata de ser él mismo la presa, de no ser la piel suya, sino suyo de la piel. Así será, a pesar de que se me llame mandilón, porque así lo quiso la ley natural, milenios antes del futbol y las carnes al carbón, y el tabaco y el alcohol, y todo lo que es bueno.
La mujer es creatura fantástica, mital botánica, mitad selvática, y muy semejante al ave en aspectos sobrehumanos. Es primate hermoso, y su hermosura se refleja de mil maneras. Su sexo es la flor risueña, que florece en una cueva. Bendito sea el mamífero que haga allí su madiguera.
Yo no creo que la mujer naciera del hombre, aunque tampoco considero una forma inversa. La mujer es hija de la tierra, de su sapiencia inmemorial y su acogedora escencia. De su vientre dador de vida, de su forma y de su magia. La mujer es madre, como la tierra, y no salió de la carne del hombre.
La mujer vive del supuesto, del ayer y del momento, en este orden, y su magia radica en serlo todo sin percatarse de ello.

viernes, 4 de marzo de 2011

Sobre la Inmensidad

Sobre la infinita Ciudad, hay un infinito. Vuelve a ser perenne, monstruoso y oscuro, todo lo que la vista alcanza a cubrir. Ha desaparecido el entorno. La casa, la calle y las luces amarillentas de nuestro poblado. Ha quedado atrás, y la Inmensidad es un lienzo para nuestro joven y divino pincel.
¿Qué hacemos con tan eterno lugar? Medirlo es imposible, a pesar de ser deidades ocasionales. No hay medidas en lo inmedible. No hay tiempo sin inicio y fin. No hay espacio sin existir los límites. La brocha en nuestras manos tiembla de poder.
El vacio sofoca, los pulmones se han inchado de sepa que extraña sustancia interminable. Quizás situemos el origen en el Caos. Otros, encontrarán la paz sobre las aguas.
De un pincelazo le he dado forma a la realidad entera, eterna, etérea.