domingo, 27 de febrero de 2011

El Barrio de la Gente Silenciosa.

En la zona Oriente, al Sur y al Norte, el Sol se pone sobre pequeñas casas de colores. Su optimismo pareciera invitar a la cercanía. Cantan en silencio, y sus notas son de luz y vida.
Los árboles vibran al compás del coro, y son testigos de un fenómeno extraño, malsano, desafiante...
Al llegar, el color es el mismo, y la perfección de los hogares es fulminante. Los vehículos, radiantes. El pasto, como alfombra de terciopelo. La temperatura es perfecta, pues el calor es templado adecuadamente por el follaje, no espeso, pero fragante, que protege los ojos y la piel.
Todo es quietud y paz. Sin trinos, ni ladridos, ni la risa de los niños. Las casas son mosaico, vibrante y vivo. Mas dentro de la puerta, pareciera habitar la sombra de la Muerte.
Allí, el Silencio enloquece al osado que decida pasear por las calles de la colonia. Sus coloridas fachadas son simplemente mausoleos folclóricos, plagados de leyendas, mitos, hombres de otros tiempos.
Si tocas una casa, se abrirá la puerta, tan fresca y perfumada como el barrio entero. El Silencio reinará todo.

sábado, 26 de febrero de 2011

El Escuadrón Magnífico

Se habla de el desde hace algunos años. Dicen unos que son ángeles, y otros, seres demoniacos. Su soledad es sólamente perturbada por el alma, tristísima, sobre la que cae su justicia. Nunca se les ve claro. Siempre entre rumores, sombras y leyendas.
Alcanza, sepa Dios como, su mirada a todos los rincones. Su estela todo lo cubre, y son como el viento de la noche. La gente mala les teme, pero también la gente buena. Su ética es absoluta, sin límites, y la Justicia, su máxima deidad.
Se piensa que su motor es la venganza, en realidad, si es que algún motivo tienen. Se desplazan por entre vida y muerte. Sin futuro, sin pasado. Sus ojos de lince, penetran la oscuridad y la luz más cegadora. No vale ruego, ni pena. Todo lo arregla su látigo maligno.
En la Ciudad Extravagante no hay leyes. Se piensa que todo hombre es tan libre como lo permita su capacidad moral. El Escuadrón Magnífico, como fuerza invisible, caza al ciudadano que no comprende lo que es la libertad, y no sepa manejarla.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El Palacio de Cristal

Desde el lugar más alto, se divisa, lejano, un punto resplandeciente. El Sol le baña, inmutable, y se cubre de luz su aparente invisibilidad. Su consistencia es la misma del diamante, y su excelente transparencia es mágica y distante. Sólamente se mira desde el lugar más alto. Se divisa, lejano.
Algunos llaman al lugar el Palacio de Cristal, aunque es bien sabido, por los que se han topado con sus paredes, que no es ni una cosa, ni otra. Es una mole, sin puertas ni ventanas, sólida y perfecta, indestructible.
Nadie, al parecer, la habita. En su interior todo es pulcritud, y parecería una prisión insuperable.
Algunas veces, durante las noches, se ve caminar en su interior un hombre de vestido rojo. Parece sonreír al exterior, y si se la curiosidad es demasiada, el hombre comienza a desnudarse. No es posible quedarse mucho tiempo. Arde el cuerpo, queman los ojos. Se dice que, quien le mira desnudarse por completo, muere.
En el Sol de medio día, desde lejos, el Palacio resplandece. No duele. Es imposible ver al Hombre de Rojo.

sábado, 19 de febrero de 2011

Viajero del Letargo

El sol se oculta, inmediato, detrás de una pared. Hace rato que el frío acaricia mortalmente su piel, y la súbita oscuridad en la que se ve rodeada no le afecta en lo más mínimo. Sus carnes perdieron sensibilidad, sus ojos, la capacidad de vida, y se encuentra sumido en un lugar lejano, monstruoso y lejano, hecho de jirones de recuerdos, de sombras, de gritos, de llanto y muerte, nadando todo en la inmaterialidad del thinner entrando a su cerebro.
Los pies calzan unas botas, que más que esto, parecen suelas atadas por trozos de piel sintética. Son morenos, pálidos, que logran esta increíble contradicción por su origen racial y su estrato social. Pertenece a los marginados, y su voz será siempre la del eterno pecado de las sociedades humanas.
Como habría de imaginarse, también sus pantalones están raídos, cortos y espantosamente hediondos. Huelen a todo fluido humano, incluída la sangre, a grasa de autos, a basura, a podredumbre. Están tiesos, y sobre ellos pesa el crimen maldito que los tiñe de marrón en muy discretas manchas. Nuestro viajero del letargo es ya, indudablemente, un asesino.
Luce una playera sin mangas, sucia, que solía ser blanca, y como lienzo, ha logrado la compleja trama de la miseria. También está percudida del tono sangriento, en secciones más espesas. Sin embargo, quien le viera, pensará que está percudida por cualquier otra sustancia. Nuestro viajero del letargo está seguro, en su madriguera.
Hay belleza en su rostro. Pareciera ser un niño, y de no ser por los 3 años físicos, y los 40 años psicológicos, podríamos asumirlo como tal. No pasa los 20, y ya es todo un anciano, respirando de cerca el aliento de la muerte.
Los labios se tuercen en una mueca imbécil, babeante, con las comisuras entre la sonrisa pura y el llanto trágico. A veces se le escapará una risa. Otras, una lágrima.
La nariz está rodeada por costras de mocos y coágulos, y constantemente se oculta tras la estopa. Algunas llagas se duelen con el contacto, pero su cerebro, muy distante, no lo registra.
Sus ojos, entre cerrados y abiertos, no miran a ningún lugar. Son amarillentos, como los de un depredador. Perdieron el brillar del jóven, y la pálida luz de la vista humana. Están secos, salvo ser invadidos de cuando en cuando con la solución salina del llorar. Todo es silencio, sin forma, ni tamaño. A pesar del aullar de los autos, de los gritos, y del metro, que por arriba, transporta a miles de ciudadanos. Todo es silencio, y está solo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Camino y Carrera (Colaboración de Parkin)

Si, si hablo de eso ha pasado demasiado tiempo, quiero suponer, aún me causas conflicto no uno que me agrade es ese tipo de conflicto que pone mi mente en caos…
Caos, caos, caos nunca nada ha sido del todo normal y me rehúso a lo funcional empezando por mi.
Caos como el que ves en el caleidoscopio, si, si esa sería exactamente la descripción podríamos hablar de esto sin llegar a nada durante horas, sin sentido.
Pero claro, ya entiendo, siempre has sido tú parte del caos, yo soy el caos; y si me preguntara como lo supiste echaría por la borda todo eso de lo que soñamos ayer.
Tal vez tengas razón es probable que el caos sea mi buena compañía es lo que me hace ser tan radical, no me disgusta, para nada. He podido sostener mi argumento frente a quien sea y sabía que no podías ser mejor que yo…
(SILENCIO)

Lo sabía gane esta partida contigo, conmigo.

martes, 15 de febrero de 2011

Sonido Necesario 2

Música, para nosotros, imprescindible.



Fuente: http://www.archive.org/details/MsicaObligatoria

Sonido Necesario 1

Escuchemos el primer sonido de la Ciudad



Original de: Fabian Kesler/ sitio web: http://www.archive.org/details/ParlaParla1LaLlegada

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valetín

Parecía ser soldado, o quizás un revoltoso. Contento, barbado.
Sacerdote bonachón y justo, como el panteón colectivo lo requiere, y cuyo mito es más latente que la muerte carnicera de otros santos, menos afortunados.
Algúnos dirán que el milagro único del Santo Enamorado lo hizo para las carteras de las trasnacionales, o los monopolios del país, y posiblemente, tendrán razón. No son aguafiestas, fatalistas ni monstruosos. Tampoco son estúpidos los que caen en las garras del consumismo.
Valentín ahora mismo en las Vegas casa a una pareja de ebrios, que se arrepentirá en unas horas. Valetín también está golpeando a su mujer, o engañándole con otra. Valentín, que no tiene alas, como cupido, vuela, y su aleteo es tan frágil como el suspiro enamorado que le convocó.
Valentín tendrá muchas formas, lejanas al monje complaciente, revolucionario, comprometido y amante. Pero vive, de una u otra manera. Y el día es un buen pretexto para recordarle

domingo, 13 de febrero de 2011

Fotografía 5

Sonrisa a media luz
Digital/ Gerardo J. García

El Ejército en Llamas

Sucedió que la Ciudad, siempre impávida y eterna, fué invadida por fantasmas. En sus caras no había odio. En sus ojos no había rabia. Sólo truenos en sus voces y fulgor en sus espadas.
Su ataque intempestivo no robó ninguna vida. No dejó virtudes rotas, ni quebró a una familia. Sus acciones militares siempre fueron fulminantes, mas no fueron saqueadores, fueron poco militares. El Ejercito de Fuego, victorioso nunca antes.
Ciudadanos temerosos, de turquesa en las entrañas, no temían a lo obscuro, no temían a las guadañas. Todo el tiempo descubrieron la tibieza de las almas. Vieron números y formas, matemáticas y tablas, y al final de sus cantares no había coplas solitarias. Solo métrica medida en con el peso y con la masa.
El Ejército en Llamas era fuerza colosal. Sus acciones no medidas parecían desafiar lo que el pueblo Ciudadano no dejaba de planear. No tenían un algoritmo, no podrían atacar.
Poco a poco la Ciudad en carmín se fué pintando. Derrumbaron sus prisiones, liberaron a sus reos. Muchos de ellos eran seres con calor dentro del pecho, tan felices y concretos como el Ejército de Fuego.
De los pocos habitantes de la gélida ciudad, muchos de ellos entendieron la potencia de no actuar.
Desde entonces, en el centro de la Ciudad Extravagante, hay personas como el agua que vigilan el entorno. El Ejército de Fuego hace luz entre las calles. Los antiguos ciudadanos hacen sombra entre las casas.

jueves, 10 de febrero de 2011

Fotografía 4

Microcoosta
Digital/ Gerardo J. García

2 Fibonacci 13. Exhibicionista


Hoy
Vives
Percibes
Muchos matices
Música de mis raíces
Pensamientos secretos serviles concretos

Yo
Voy
Sin ver
A quien doy
Aquello que soy
Haciendo lo mío volver
A existir, a crecer, a contar sobre mi ser

miércoles, 9 de febrero de 2011

Fotografía 3

Fantasma Orgánico
Digital/ Gerardo J. García

Apariencias (Colaboración de Devorah Hernández Contreras)

Aparentar contigo
es fingir estar bien
para no llorar.

Aparentar conmigo
es fingir que no me dueles
aún cuando mi corazón
no te deja de extrañar.

Es en un trago de vodka
y un amigo
las penas refugiar.

Es en un suspiro recordarte,
cuando pretendo olvidar.

Es querer odiarte
cuando me ensañaste a amar.

Es sonreir ante el espejo,
cuando la vida
se ha llevado mi felicidad.

Es caminar hacia lo lejos
con esperanzas de encontrarte
cuando se que ya no volverás.

Es pedirte que te alejes
cuando de tu mano
no me quiero soltar.

Apariencias...

Son aquellas que olvidaremos
cuando estemos a solas,
a las que el corazón no resiste
más de unas cuantas horas.

Apariencias...

Es querer olvidarte
en otros labios,
en otros brazos
y descubrir que aún te quiero
que AÚN TE AMO,
y a pesar de todo:
PREFERIR CALLARLO!

Es escribirte versos,
decir poesía
que no tienen nombre...
que no tienen día.

Es saber que nos amamos
y creer que al amanecer olvidaremos,
es saber que nos amamos
y creer que al adiós resistiremos.

Y esque saber y creer no es igual:
creer es una hipótesis,
saber es seguridad.

=) With my heart open to U
Chicos,los quiero

Colaboración de ´Dévorah Hernandez Contreras,"Coblens" ciudadana de La Ciudad Extravagante

lunes, 7 de febrero de 2011

Jorobado de Dionisio

El jorobado tiene todo, menos ser sensible. Hay veces que creo, firmemente, que su corazón sólo late por sí mismo. Un amor enfermizo, únicamente superado por su odio, que descarga monstruosamente contra su figura.
El jorobado no siempre está encorvado. A veces, su figura es alta, gallarda, y pareciera ser tan eterna como las montañas, y poseer, en sus cejas pobladas, la misma sabiduría. Vive por momentos entre las nubes, y su fulgor lo llena todo. Lo llena, y cuando se vaya dejará el más insondable de los abismos en la Ciudad Extravagante. Pero parece no importarle. Para él todo es sencillo, funebre y sencillo. Quizás que nunca lo ha pensado de manera seria. O quizás, lo ha pensado demasiado.
El jorobado tiene todo, menos fe. Será que el mundo arrancó de sus manos la esperanza. Aves de rapiña, quizás muy pronto, despojaron de luz el centro de su pecho. Luz que, sinceramente, espero que a momentos brilla, o que brille eternamente. Luz que conservaré, al final de todo.
El jorobado está así, cuando lo decide, y su andar patizambo duele hasta el más oscuro rincón de la Ciudad Extravagante. Cada palabra suya contiene en sí, el poder de clarear el día, o de sumir en la noche al mundo entero. Yo viviré de su memoria, por un tiempo. Después, viviré de su leyenda. Y olvidaré que el jorobado es un ser mutilado, mucho más integro que mi propia deformidad, y haré de él un símbolo de mis batallas...

Fotografía 2

Contraluz
Digital/ Gerardo J. García

domingo, 6 de febrero de 2011

Los engranes

En la noche, antes de dormir, escucha el ciudadano un ruido interminable. Es discreto, como el soplar de las hojas, mecánico, demente. Un rumor indescriptible, debajo de las calles, las tuberías, los cimientos de las viviendas. Bajo la tierra, en algún lugar donde los muertos esperan, hay movimiento.El ciudadano lo percibe, y de inmediato, el sudor impregna su frente.
Entonces el mundo no es nada. Terrible, la máquina clama con cada tic-toc su sangre. La batalla está perdida desde el momento de empezarla. Sin esperanza, el ciudadano se abandona a la angustia. Pareciera su cuerpo no responder a la necesidad, en el alma, de liberar un llanto.
Tic-toc. Casi puede sentir el frío entre los dientes. En la oscuridad, lentamente, se pierden las siluetas, las formas, los tamaños. Todo es absorbido por el vacío, donde sólamente el demoniaco sonido separa al ciudadano de la Nada.
Abre los ojos. Un reloj, en la pared, tic-toc. El engranaje infinito, terrible, de pronto se haya frente a sí, pequeño y temeroso. El ciudadano ha tomado el pequeño dispositivo entre sus manos. Tiembla. Su andar aún le amenaza, se retuerce, entre los dedos que, antes trémulos, han tomado una fuerza titánica. Levanta por encima de la nuca. Tic-toc. Crash. El ciudadano, al volver a su cama, de pronto duerme. Dios quiera que despierte, rabioso, al día siguiente.

sábado, 5 de febrero de 2011

El Río de Fuego

Puedo mirar desde un puente, en lo oscuro de la noche. Hace tiempo ya que no recorro este camino, pero es tranquilo. Bajo mí, infinito, créelo o no, una corriente de llamas, de colores rojo y blanco, resplandecía. Parecía no tener final, ni tampoco principio, y quizás esa fué la intención del Creador.
Río de temores, infundados muchos, terribles los menos, pero siempre vociferando. A pesar de su mancedumbre, hace un sonido ensordecedor por eso de las 6 de la tarde. Apesta, apesta a humo sintético, como lo es todo en estos días, pero es tan mágica la visión, que pareciera olvidar el hedor.
Río de dolor, discretos unos, otros insoportables, siempre encuadrados, por el infinito manchón de luces. Ruge, y el flujo va en ambos sentidos, como contradictorio sería el hecho de que tan impenetrable muralla, fuera alguna vez esperanza de mejorar la vialidad.
Río de almas, algunas con tedio, otras alegres, esperando llegar a sus casas por la corriente. Circuito de desvergonzada locura, que recorre la ciudad, en primer anillo, en torno al corazón.
El Río poco a poco perderá su color y vida, conforme la noche avance.
La Ciudad Extravagante bendecirá al Rïo de Fuego, infinito, que nace y muere en todos sus puntos, o en ninguno.
El que habita en nuestro lugar, ilústrelo. Será interesante

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Ciudad Extravagante

La voz del asfalto, canta y ríe. Su risa es como la del payaso enfermo, y eso me anima. Pienso que es patéticamente oscura, o brillante, dependiendo de la hora del día y la fortuna del vidente. Todo esto es un lienzo, como lienzo lo es todo, y los pintores verán en los transeúntes mil modelos inservibles. ¿A que cerrar los ojos es más entretenido? O abrirlos de más. La Ciudad Extravagante es un NO-rincón, porque sus límites no existen, no hay sujeto, no hay destino, no hay final. Será eterna, y crecerá siempre. Sin embargo, es nuestro, acogedor y nuestro.
Pangea de sentidos, de ambientes, espacios, sonidos, que son tan reales como nosotros mismos, bullendo, dentro sentando bases que cambia, tambaleando nuestra frenética estructura.Menos que un carnaval, pero más que un sanatorio. No es un rincón, pero es nuestro.
Bienvenidos sean a la Ciudad Extravagante.