lunes, 25 de abril de 2011

Jueves de Silencio

Entre los más supersticiosos de la Ciudad Extravagante, existe un rito inexplicable para el observador fuereño, impredecible, fantástico. Sus raices son ancestrales, antiquísimas, quizás tan viejas que ni la misma tierra, ni el mismo cielo, son capaces de recordarlas.
Aunque la mayoría son ancianos, algunos adultos, jóvenes, e inclusive niños, se levantan antes de extinguirse la última luz de las tinieblas, en la hora más oscura de la noche. Se reúnen todos los que aún conservan la usanza antigua, en el Templo de los Ocho Años. ´Llevan velas en las manos, que encienden todos con la flama del más viejo de la campaña. Forman un circulo, y poco a poco, derraman cera en el oído del de al lado. El grito desgarrador del sufrimiento colectivo perturba un poco el sueño del resto de la Ciudad. Para los que efectúan el rito, poco a poco el ruido se los gritos se extingue, aunque el dolor permanece imperturbable.
Al terminar la vela, que es corta y fácil de derretir, los asistentes caminan por las calles, sin percibir sonido alguno, que el propio  latido del corazón y el eco apagado de los gritos nocturnos. Todo el Día Jueves, permanecen con el Silencio Infinito que solamente el sufrimiento puede otorgar.

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