jueves, 17 de marzo de 2011

Sobre el Infierno II

Se levantó el segundo, como de repente invadido por un espíritu en venganza. Sus ojos rojos, inyectados de sangre, transformaron su figura, primeramente escuálida, en una especie de fantasma, gigantesco, que en su pequeño tamaño, invadía el recinto. Susurraba, más que hablar, y su boca era un hocico baboso, trémulo y repugnante. Sorprendió a los presentes, pues segundos antes estaba en su lugar, con la mirada triste.
"El Infierno es una cosa bien lejana, terrible, cuyas garras inmensas llegan hasta nosotros. Pero es su voluntad la que nos atrae, nos atrae a sus centros, abisales, terribles, infinitos. Infinitos, sí, como infinito en el infinito."
Balbuceaba, más que hablar, y su llanto y risa se mezclaban de manera armónica. Era una bestia, herida quizás, o completa.
"El Infierno me llevó a la sima, engullóme con sus dientes, bien dentro de mi cráneo. Grité porno explicarme que nos pasaba. La cabeza se sumía en la oscuridad entera y en terribles visiones. Creí que lo disfrutaba, cuando mis ojos, ciegos y mi boca muda empezaron a pedirle al Infierno que terminara. Mis gritos alimentaron su hambre. Devoró con más ahínco, como nunca devoró el Infierno, como nunca devoraría. Lo sé, porque mi cabeza, entre sus fauces, lo sabía"
El hombre abrió tambien la boca, masticando mortalmente algún rastro inmaterial. Pareció de pronto como su Infierno. Suplicó por alimento, que engulló apenas servido. Absortos, seguían todos sus movimientos torpes y apremiantes. Terminó de comer, y le sangraba la boca.
"El Infierno es frío, sus llamas terminaron de arder hace algunos ayeres. El tiempo consume día a día los trastros de vida que le quedan. Vive para comer, y las almas son su alimento."

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